Dios no sacrifica lo que en amor creó
El Dios que nutre, no que sacrifica
La idea de un Dios que exige sacrificios, que pide la entrega de lo que más amamos, es una distorsión humana de la verdadera naturaleza divina. Así como una madre no concibe un hijo para perderlo, un padre no siembra un árbol para cortarlo. El gozo de la verdadera Divinidad está en ver crecer, florecer y dar fruto a la creación. Dios no busca la destrucción de lo que ha surgido de Su propio amor, sino que se deleita en su existencia y desarrollo.
La lógica del Amor vs. la lógica del Sacrificio
El sacrificio entendido como pago o moneda de cambio es un concepto humano fundamentado en la deuda y la transacción. Esta lógica está teñida por el miedo y la economía de la escasez: doy para recibir, pierdo para ganar. Por el contrario, el Amor Divino fluye sin condiciones, es un manantial inagotable de entrega y sostén. No exige nada a cambio, porque su propia naturaleza es el don absoluto. Esta es la esencia de la creación: una corriente continua de vida y gracia.
Dios como Padre y Madre
Al pensarlo como fuente dual —Padre y Madre— reconocemos en Dios tanto lo masculino (la semilla, el propósito, la siembra) como lo femenino (el vientre, la gestación, el cuidado). Desde esta visión, la Divinidad brota y sostiene toda la vida. No puede, en su misma esencia, desear la destrucción de lo que ha generado con tanto amor y esmero.
Más allá de la teología del miedo
Trascender la teología del miedo y la deuda es acceder a una espiritualidad viva, basada en la relación y en la confianza. “Dios no pide sacrificar lo que en amor creó.” Esta frase debería ser faro para toda creencia. Cuando una doctrina o imagen de Dios exalta el dolor, la pérdida o el sacrificio de seres queridos como requisito para agradar al Creador, estamos antes un reflejo de las limitaciones humanas y no ante la voz genuina del Dios de la Vida.
Conclusión
Cualquier idea religiosa, teológica o filosófica que exija sacrificios destructivos, que niegue la bondad fundamental de la creación, contradice la esencia del Amor Divino. El verdadero camino espiritual es el de reconocer a Dios como origen, sustento y destino de todo lo vivo; como quien, en vez de pedir sacrificios, se complace en el florecimiento de su creación.
Comentarios